Gabriel Reyna tiene un título: con 24 años, se convirtió en el primer bombero voluntario con hipoacusia en Córdoba. “Gaby” –como le dicen amigos y familiares– se maneja con audífono, lee los labios y aprendió lenguaje de señas para comunicarse de manera fluida.
“Para nosotros también fue una experiencia nueva, estamos aprendiendo”, explicó Gabriel Salcedo, jefe del cuartel de bomberos de Alta Gracia. “Él vino, hizo el esfuerzo, se preparó y ahora sale como cualquier bombero. Él es uno más”, destacó.
“Gaby te entiende, pero te tiene que mirar a la cara y hay que hablarle lento, así te lee los labios”, advirtió su padre Horacio. La hipoacusia se define como la disminución de la percepción auditiva. Según el grado, puede afectar el desarrollo del lenguaje y la comprensión.
Cuando Gabriel era niño vio una película que le impactó. Era Llamaradas, en la que un grupo de bomberos debía buscar a un piromaníaco. Su padre recordó que, desde entonces, ser bombero se volvió una obsesión para Gaby, pero que la familia tenía miedo de que sus limitaciones auditivas le impidieran acceder a ese sueño.
“Un día fue y se presentó con su profesora en el cuartel para ingresar como aspirante”, explicó Horacio. “Al principio la mamá de Gaby no estaba tan de acuerdo, pero ahora estamos todos felices”, acotó.
Uno de los primeros desafíos fue terminar el secundario, como solicitud básica para el ingreso al cuartel. En la actualidad, Gaby cursa el último año de una escuela nocturna en Anisacate, con el apoyo de una profesora integradora. No sólo cursa: es el abanderado de la institución. “Para él fue un cambio muy grande”, apuntó su papá, emocionado.
Gabriel también responde: “Me recibieron y trataron muy bien en el cuartel. Me ayudan a practicar, a comunicarme, son compañeros”. Contó que él, a su vez, les está enseñando el abecedario de sordos, para tratar con otros que tengan similares dificultades.
El 2 de junio de 2014, en coincidencia con el día del bombero voluntario, Gabriel ascendió al grado de bombero: se recibió y ya integra el cuerpo activo.
“Creo que no se le puede negar la posibilidad a nadie. Cada uno viene, se presenta y hace el esfuerzo. Él puso todo, y para nosotros también fue algo nuevo. Por ejemplo, estamos aprendiendo el lenguaje de señas que no lo sabíamos. Algunas chicas están haciendo un curso, incluso”, precisó Salcedo.
Con respecto al clásico aviso de sirena ante cualquier incidente, el jefe de bomberos explicó que existen otras alternativas ya como los mensajes de celular para comunicar a los integrantes del cuerpo que tienen que asistir.
Gabriel explicó que la primera vez, al socorrer un accidente, lo que más lo impresionó fue la sangre. “Pero había que aguantar”, apuntó. Ya cuenta “17 salidas”, y valora la colaboración de jefes y compañeros. “Hace poco tuve que ayudar a una abuelita en un accidente. Estaba muy asustada y luego de que el grupo la sacó del auto, la ayudé a calmarse”, relató.
Gaby mantiene contacto con otro bombero sordo de Estados Unidos, que fue el primero en su país. Comparten fotografías, experiencias y métodos. En su agenda, agregó el sueño de viajar.
No pierde, además, la oportunidad de compartir su historia con niños y niñas que también tienen una discapacidad similar.
“Va al Centro Educativo Municipal para Sordos y Ciegos (Cemas) para contar su experiencia con los alumnos y que sepan que ellos también pueden. Trata de visitar el lugar donde él también estudió durante un tiempo”, destacó su padre.
Fuente: La voz