Usada en ritos religiosos desde hace casi 5.000 años, junto con ello, ya por entonces se reconocía la utilidad de la Marihuana para tratar distintas afecciones. En la actualidad, más allá de la discusión sobre permitir o no su uso recreacional y sobre .sus consecuencias en este aspecto, existen evidencias de que ella y sus derivados pueden resultar beneficiosos en el tratamiento de diversas dolencias y sus síntomas.
Por: Ronaldo Pellegrini
El consumo de drogas no permitidas, ciertamente, es un fenómeno de magnitud alarmante en todo el mundo, con amplias consecuencias no solamente para los individuos que se hacen dependientes de ellas, sino que también resultan archiconocidos sus efectos sociales directos e indirectos.
De hecho, su comercio es uno de los más prósperos del mundo, al extremo que, según las estadísticas que maneja la Oficina de Crimen y Droga de la ONU rondaría los 300.000 millones de dólares, cifra que aparece conservadora ante las estimaciones de la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. (la famosa DEA), que aventura un monto mucho mayor: 500.000 millones. En verdad, podría ser inconmensurablemente más grande, porque no hay forma de conocer con algún grado de certeza cuál es el volumen dinerario que maneja una actividad ilegal, perseguida en todo el globo, que afecta a cientos de millones de personas.
Lo que no tiene tanta difusión como los hechos criminales es que algunas de las sustancias que sirven de base para la elaboración de estas drogas nocivas se utilizan corrientemente en la industria farmacéutica.
Por ejemplo, los opiáceos (derivados del opio), que incluyen, entre otras, a la morfina, la heroína, la codeína, la oxicodona, la petidina y una larga lista, generalmente se utilizan como analgésicos. Algunos de ellos, como, por ejemplo, la morfina, se administra solamente en casos extremos (dolores muy intensos tras cirugías o en pacientes terminales), puesto que se conoce que en su forma más pura produce adicción, como se comprobó ya durante la II Guerra Mundial. Pero otros también se mostraron exitosos en el tratamiento de la tos y la diarrea y asimismo existen derivados que se administran como anestésicos. También su empleo es frecuente en Veterinaria.
Obviamente, se trata de productos obtenidos de procesos que, generalmente, combinados con otros elementos y en las dosis prescriptas, evitan mayormente los efectos conocidos (en algunos casos, de todas formas, provocan acostumbramiento), no así cuando se abusa de ellos.
De todas maneras, por sus efectos adversos (náuseas, somnolencia, estreñimiento, depresión respiratoria, cambios en el ritmo cardíaco, espasmos, etc.), usualmente se prefiere no utilizarlos durante tiempos prolongados.
Otra de las sustancias que comparten la extraña particularidad de ser objeto de estigma social y, a la vez, fuente de uso medicinal es la Cannabis Sativa, más conocida como Marihuana.
La polémica Marihuana
Hace años que viene desarrollándose un debate acerca de si los efectos nocivos de los derivados de esta planta son tan severos como se los reputa desde una postura más conservadora o, si, por el contrario, se trata de consecuencias efímeras y que no afectan a las personas en el largo plazo
De hecho, existen dos corrientes contrapuestas muy marcadas: por un lado, aquella que la ubica dentro de las sustancias psicotrópicas prohibidas, y otra que la reivindica como mucho menos peligrosa que otras sustancias de consumo permitido, como el alcohol, por ejemplo, o, como postulan muchos movimientos que buscan su consumo libre en distintas partes del mundo, que en realidad su empleo no conlleva detrimento orgánico ni dependencia psíquica alguna, salvo en casos extremos.
En algunos países, la comercialización y el uso recreacional están permitidos (Holanda, Corea del Norte y Uruguay), en otros no se penaliza su uso, aunque sí se persigue a quienes la comercian (Portugal, Colombia, Argentina, Chile, Suiza, Bélgica, Canadá y en dos Estados de los EE.UU.: Colorado y Washington). En el resto, si bien algunas legislaciones son más laxas que otras en cuanto a la posesión, la tendencia es a reprimir a vendedores y consumidores.
Se ha hallado evidencia de que esta planta, originaria de Asia, se utilizó como estimulante de los sentidos desde hace aproximadamente 5.000 años y que en aquellos remotos tiempos se hallaba asociada a los rituales ceremoniales.
No fue sino hasta comienzos del siglo pasado cuando su utilización comenzó a despertar recelo en las autoridades y comenzó su interdicción. Una de las primeras restricciones que se conocen sobre su comercialización datan de 1906, en el Distrito de Columbia, en los EE.UU. Para 1937, se la incluía en la lista de las drogas prohibidas.
Se conocen más de cuatrocientos químicos que se hallan en la Cannabis, aunque el principal en cuanto a los efectos alucinógenos es el denominado THC (por tetrahidrocannabinol), que se cree que serviría como defensa de la planta ante los animales herbívoros y también como protección contra la radiación ultravioleta.
Este vegetal es sexuado, esto es, sus ejemplares pueden ser machos o hembras (raramente hermafroditas). Solamente los femeninos son los que resultan apropiados para los fines non sanctos.
Por otro lado, es de fácil cultivo, tanto en interior como en exterior, con requerimientos de mínimos cuidados, similares a los de otras plantas (buena tierra, luz abundante, espacio para crecer, cantidad de agua necesaria, temperatura adecuada y pocos más).
Cannabis medicinal
Decíamos que hace cerca de cinco milenios que se utilizaba como alucinógeno en diversos rituales. A su vez, la utilización medicinal conoce fuentes igualmente remotas.
En los años 2900 y 2700 a.C., sendos documentos hallados en referencia a dos emperadores chinos aluden a que ya por entonces se postulaban efectos curativos, sobre todo en lo relativo al tratamiento de la gota (forma de artritis particularmente dolorosa), el reumatismo, la malaria y para problemas de memoria.
En las centurias siguientes, su uso curativo se fue extendiendo por el resto de Asia, sobre todo como analgésico, pero sin perder su condición de potenciador de las experiencias religiosas. Ya por entonces, algunos sanadores advertían sobre su utilización excesiva, reputando a su consumo desmedido como causante de impotencia, ceguera y que podía inducir a “ver demonios”.
Promediando el siglo XVIII, Occidente empieza a poner atención sobre esta planta y comenzó a recetarse para tratar problemas de piel, incontinencia y enfermedades venéreas.
Su introductor principal fue un médico irlandés destacado en la India, quien observó a sus pares nativos, que la empleaban para reducir los dolores de sus pacientes y para tratar algunos casos de náuseas.
Si bien su uso fue limitado, algunos doctores prescribían su empleo como afrodisíaco, para incrementar el apetito, aliviar espasmos, calmar la inquietud de origen nervioso, como antiespasmódico y para algunas otras dolencias, tales como neuralgias, tétanos, hidrofobia, cólera, depresión, histeria, hemorragia uterina, locura y toda una serie de otras afecciones, a las que realmente no curaba, sino que lo que en realidad hacía era aliviar los síntomas.
Recién entrado el siglo XX, junto con las investigaciones serias al respecto, llega, casi al mismo tiempo, la persecución de su consumo.
Decíamos que la Cannabis Sativa brinda más de 400 sustancias, conocidas como cannabioides, que son las derivadas de ella.
Los estudios más recientes efectuados sobre esta planta y sus subproductos confirman algunos de los usos ancestrales y desmienten otros que se le atribuían.
Por un lado, prácticamente no se discuten las cualidades analgésicas, con mínimos efectos residuales. Por el otro, muchos de ellos afirman que, si bien los desprendimientos de la Marihuana no curan enfermedad o condición alguna, resultan altamente efectivos para tratar la sintomatología de diversas afecciones, aunque también se presentan evidencias en contra.
¿Para qué serviría la Cannabis?
Entre sus defensores se afirma que calma los espasmos musculares (lo que la haría apropiada para un número importante de dolencias, además de la epilepsia), que ayuda a disminuir la presión interlobular en el ojo, que resulta efectiva para combatir las náuseas, que ayuda contra la pérdida de peso y que mejora el funcionamiento del metabolismo.
Desde ese punto de vista, los cannabinoides serían efectivos para mejorar de los enfermos con SIDA (disminución de náuseas, contra la pérdida del apetito y la prevención de los vómitos).
En lo que respecta al Glaucoma, además de amenguar la presión ocular, disminuye el dolor y, además, lentificaría y hasta detendría su avance.
En lo referente al Cáncer, no solamente ayudaría a atenuar los efectos secundarios de los tratamientos, sino que podría ser efectivo contra algunos de sus tipos.
Respecto de la Esclerosis Múltiple, implicaría un alivio para los dolores, una drástica disminución de los espasmos y posibilitaría un mayor control sobre los temblores.
Para aquellos casos de personas que sufren de ansiedad, depresión u obsesión, el suministro de Marihuana ayudaría a estabilizar el humor y a hacer mucho más tenues las expresiones de esos estados.
A su vez, algunos investigadores creen que su utilización podría resultar muy beneficiosa respecto de algunas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Esto se debe a que se ha descubierto que algunos cannabinoides tienen propiedades antioxidantes y que, incluso, irían más allá, puesto que existen trabajos que sugieren que, además, actuarían como neuroprotectores, como sugiere una patente medicinal presentada ante las autoridades norteamericanas, que espera resolución oficial para comenzar a realizar estudios a gran escala.
Por otro lado, una agrupación de padres norteamericana denominada MAMMA (Mothers Advocating Medical Marijuana for Autism, es decir Madres que Abogan por la Marihuana Medicinal para el Autismo) piden la legalización del uso para el tratamiento de niños con Autismo severo, porque, de acuerdo a los testimonios que reproducen en su página (http://www.texasmamma.org/index.php/testimonials), su utilización dosificada mejora la condición de sus hijos, sobre todo en aspectos tales como conducta y sociabilidad, haciéndolos menos agresivos y más receptivos.
Otro aspecto que se señala es que ayudaría a mejorar el estado de las personas con ADD y ADHD, estabilizándolas, resultando una alternativa a los tratamientos farmacológicos usuales, como la ritalina, pero sin los efectos secundarios a corto y largo plazo que producen.
Por otro lado, en marzo de 2015, la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata, Argentina, anunció que inició un estudio exhaustivo sobre las propiedades medicinales de este vegetal.
Marcelo Morante, uno de los impulsores del trabajo, explicó que: “En la comunidad médica, muchas veces por desconocimiento, existe cierta resistencia. Pero en distintos países ya está regulada su utilización terapéutica. Y por cierto que la ciencia ha demostrado sus propiedades para el tratamiento de dolor con muy buenos resultados”.
Los investigadores se basan en experiencias realizadas en otros países, como Canadá, en los que, más allá de las reconocidas virtudes analgésicas, también se le atribuyen cualidades antiespasmódicas y anticonvulsivas, y se hallan en curso investigaciones para determinar las demás propiedades que se pregonan a su respecto, con buenas expectativas.
De hecho, en los propios EE.UU., que no terminan de aprobar el uso terapéutico, sin embargo existen dos medicamentos que la contienen: dronabinol y nabilone, que sirven para neutralizar las náuseas de los tratamientos quimioterápicos y para estabilizar el apetito en casos de HIV, respectivamente.
A su vez, en Canadá y el varios países europeos se utiliza en nabiximols, como tratamiento para los problemas de control muscular relacionados con la Esclerosis Múltiple.
También existen estudios avanzados que indican su posible utilización como antiinflamatorio y que resulta altamente eficaz en la reducción de los tics en el Síndrome de Tourette.
Por otra parte, un estudio publicado en la revista Journal of the Nacional Cancer Institute de los EE.UU., realizado por científicos de la Universidad Complutense de Madrid, da cuenta de que los cannabinoides podrían resultar altamente eficaces en el pronóstico del cáncer de mama, puesto que se conoce desde hace tiempo que el receptor de cannabinoides CB2 promueve respuestas pro-tumorales de la mano de la proteína HER2 y que, a su vez, la exposición de células cancerosas a estas sustancias mueren. Lo que sigue es tratar de dilucidar cómo bloquear el CB2 y hacer efectivos los tratamientos con los derivados de Cannabis.
¿Cuáles son sus efectos negativos?
La THC llega rápidamente hasta el cerebro y libera una sustancia química llamada dopamina, asociada al sistema de gratificación, lo que produce una sensación de bienestar, al tiempo que distorsiona la percepción.
Se reporta que, sobre todo el consumo habitual y excesivo, deteriora la capacidad de crear recuerdos nuevos y que entorpece la coordinación y el equilibrio y que en algunas personas especialmente sensibles puede conducirlas a presentar cuadros psicóticos. También que el consumo de un cigarrillo de Cannabis implica los mismos efectos que producen cinco de tabaco, por lo cual afecta los pulmones y la garganta en forma similar.
También se pregonan la incidencia negativa que tiene la marihuana sobre la atención, la memoria y el aprendizaje, que puede durar días o semanas después de que desaparezcan los efectos agudos de la droga y que en consumidores intensivos ello implica un menor rendimiento escolar y laboral. También afecta otras tareas cotidianas que requieran estar alerta y reaccionar a tiempo, como conducir un vehículo.
Asimismo, se sospecha que, en algunos casos, sería contraproducente para el desarrollo cerebral de los bebés cuyas madres estuvieran seriamente comprometidas con un consumo intensivo de esta droga.
Incluso un sector de la comunidad médica, el más conservador, sostiene que tampoco existen datos duros que habiliten a atribuir a la Cannabis y sus subproductos propiedad curativa alguna, sino que, a lo sumo, ayuda a paliar algunos síntomas, como el dolor, pero el riesgo de la adicción permitiría su uso solamente ante cuadros extremos.
Una cuestión que critican muchos científicos a lo largo del mundo, pero sobre todo los de los EE.UU., es que la demonización de la Marihuana por su mal uso termina resultando un impedimento para la adecuada investigación de sus propiedades medicinales.
Es un hecho que, aun entidades dedicadas a prevenir y alertar sobre el uso de drogas ilegales, como el National Institute on Drug Abuse, de los EE.UU., reconoce que no existen estudios intensivos que demuestren contundentemente que la Cannabis y más específicamente el THC pueden dañar la estructura del cerebro. Como consecuencia de ello, implícitamente admiten que muchas de las afirmaciones que se hacen acerca de estas sustancias están basadas sobre investigaciones aisladas y parciales.
En todo caso, salteándonos la polémica que existe respecto de si debe liberarse su venta y consumo, si su utilización medicinal controlada ha demostrado que se trata de un analgésico efectivo, que también interviene positivamente como antiespasmódico y antiepiléptico, que puede incidir efectivamente en el tratamiento del cáncer y en el alivio de los síntomas del HIV, que podría resultar beneficioso en la intervención sobre enfermedades neurodegenerativas y en otras muchas, nos parece que va siendo tiempo de dejar de lado cierta pacatería impeditiva existente y comenzar a realizar investigaciones despojadas de prejuicios para dilucidar cuál es el verdadero valor terapéutico de la Marihuana.
Fuente: El Cisne