De Pergamino a San Isidro viajó Mirta Pérez para cumplir uno de sus desafíos de este año: tomar su primera clase de buceo. El sábado pasado, apenas después de las dos de la tarde, Mirta -que tiene 50 años y hace más de 10 está en silla de ruedas- se metió al agua con una sonrisa tan grande como sus ganas.
Con la asistencia de dos especialistas, se animó a lo que muchas personas sin sus dificultades no harían: un bautismo de buceo. Apenas salió del agua, los aplausos retumbaron en el techo y ella también festejó porque, aunque por un accidente hace una década no camina, todos los años se propone hacer algo nuevo para avanzar en su rehabilitación.
“Esto es volver a nacer. Hay que hacerlo, no se puede describir con palabras, es una sensación inexplicable. Estoy feliz”, dijo Mirta emocionada apenas salió de la pileta.
Ella fue una de las 30 personas con y sin discapacidad que participaron de una jornada de buceo inclusivo, abierto y gratuito, que organizó la Secretaría de Integración de San Isidro junto al programa Buceo Sin Barreras de la Asociación La Amalgama.
Tanto la convocatoria como la recepción de la gente fue mejor de lo que esperaban dijo Ricardo Gross, coordinador del Centro para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, Una Mirada Distinta de San Isidro. “Buscamos que fuera una propuesta para todos. Muchas actividades que hacen las personas con discapacidad no pueden compartirlas con su familia pero acá es al revés y sí pueden estar todos juntos divirtiéndose en un ámbito común e igualador”, explicó.
Participaron personas -desde chicos de seis años hasta adultos de más de 70- con distintas discapacidades: motora, mental, visceral, visual, auditiva, entre otras; todos acompañados por familiares y amigos.
Los instructores trabajaron casi de forma personalizada y adaptaron la práctica a cada uno según su posibilidad. “El objetivo es no diferenciar entre personas con y sin discapacidad sino adecuar el deporte y que todos disfruten en función de sus movimientos”, dijo Daniel Zuber, director de Buceo Sin Barreras, y completó: “Es una actividad totalmente integradora porque el agua cambia el estado de gravedad, no hay peso, ahí somos todos iguales. Por eso es un entorno placentero y con múltiples beneficios; permite liberarse de muchas trabas, cuando dejan la silla de ruedas o el bastón, ese momento es mágico”.
Fue la primera vez que el Municipio organiza esta propuesta y fue -también- la primera vez que Buceo Sin Barreras trabajó junto a un Municipio. Gross, al final, adelantó que se repetirá: “Es una actividad distinta.Queremos invitar a todas las instituciones y a la comunidad a que se sumen en las próximas jornadas”.