Con relación al Proyecto de Modificación de la Ley 24.901 (Sistema de Prestaciones Básicas en habilitación y rehabilitación integral a favor de personas con discapacidad).
Como ya es de público conocimiento, el proyecto obliga a la concurrencia a la escuela común de aquellos niños y jóvenes con discapacidad.
Para juzgar lo apropiado o no de esta propuesta, debe analizarse desde varias perspectivas. La que hoy elegimos es la humanística, ya que entendemos que ningún diseño educativo es sustentable si no se apoya en los valores filosóficos que cimientan el respeto por todo ser humano.
Dar consistencia a la búsqueda de la unificación del sistema educativo, podría dejar veladas las diferencias, anulándolas en el mismo acto en que se dice pretender incluirlas, sin advertir que son esas diferencias las que configuran la identidad de ese alumno diferente, pero, por sobre todo único, singular y valioso, tal como es.
Resulta anacrónico que, en esta época en la que la búsqueda de la identidad ha cobrado una justa relevancia, se le niegue a un niño o a un joven mostrar y disfrutar de la suya, obligándolo a construir otra, a imagen y semejanza de “otros”, lo que inevitablemente lo conducirá a “parecer” y no a “ser”.
La “inclusión” forzada de niños y jóvenes con discapacidad en escuelas comunes, experiencia que cuenta con más fracasos que éxitos, atenta contra su identidad, impide que la acepten como valiosa y única y bloquea su propio proyecto como ser humano, ya que su futuro ya ha sido trazado sin consultarlo: ser como el “otro” es la clave.
No se ha tenido en cuenta lo que se pierde en el camino, que quedará sembrado con migajas de la autoestima construida laboriosamente por los padres, la familia toda, los amigos y los maestros y profesionales especializados.
Estas reflexiones intentan llamar la atención sobre lo que se tiene que tener en cuenta al determinar qué perfil de alumno puede y debe ser incluido en la escuela común sin ponerlo en riesgo.
GEEEBA
Grupo de Establecimientos Educativos Especiales de Buenos Aires
