Un estudio publicado en la revista Nature, muestra que el empleo de una técnica quirúrgica mínimamente invasiva posibilita la correcta regeneración del cristalino por las células madre. El mismo hace hincapié en las denominadas cataratas congénitas o infantiles, ya presentes desde el nacimiento o en los primeros años de vida. Y según este estudio, estas cataratas infantiles, y quizás también las de los mayores, pueden ser curadas de manera efectiva por las células madre del propio organismo.
Las cataratas constituyen, junto al glaucoma y la degeneración ocular asociada a la edad (DMAE), la primera causa de ceguera en todo el mundo. Concretamente, las cataratas se producen por un aumento de la opacidad del cristalino, lo que dificulta el paso de la luz a la retina y, por tanto, la llegada de la información visual al cerebro. El resultado es una pérdida progresiva de la visión. Sin embargo, no todas las cataratas son una consecuencia del envejecimiento. También pueden presentarse en los niños: se trata de las denominadas cataratas congénitas o infantiles, ya presentes desde el nacimiento o en los primeros años de vida. Y según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.), estas cataratas infantiles, y quizás también las de los mayores, pueden ser curadas de manera efectiva por las células madre del propio organismo.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista Nature, muestra que el empleo de una técnica quirúrgica mínimamente invasiva posibilita la correcta regeneración del cristalino por las propias células madre del niño, evitándose así la necesidad de usar gafas correctoras.
Como explica Kang Zhang, director de la investigación, “el éxito observado en nuestro estudio representa un nuevo enfoque sobre cómo un nuevo tejido u órgano humano puede ser regenerado para, así, tratar una enfermedad, lo que puede tener un gran impacto sobre las terapias regenerativas por medio de la utilización de la capacidad regenerativa de nuestro propio organismo”.
Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon células madre endógenas, esto es, células madre ya presentes en la zona del organismo en la que se localiza el daño –en este caso, en el cristalino– y que, dado que no requieren ser cultivadas en el laboratorio y posteriormente trasplantadas, no se asocian a posibles infecciones o rechazos por el sistema inmune.
Como explica Kang Zhang, director del estudio, “uno de los objetivos finales de la investigación con células madre es activar la capacidad regenerativa de las células madre propias del individuo para la reparación de órganos y tejidos y el tratamiento de enfermedades”.
Así, los autores utilizaron células madre epiteliales del cristalino, células endógenas responsables de la regeneración de las células de la lente ocular a lo largo de la vida que, con el paso de los años, acaban perdiendo su capacidad funcional.
Y el uso de estas células madre endoteliales del cristalino, ¿es realmente eficaz para tratar las cataratas congénitas? Pues sí, tal y como lo han demostrado no solo los estudios con modelos animales, sino también el ensayo clínico llevado a cabo con 37 niños menores de dos años con cataratas infantiles.
¿También en los mayores?
El nuevo método diseñado por los investigadores se basa en una intervención quirúrgica mínimamente invasiva que permite al niño mantener tanto el cristaloide –la capa o membrana que rodea y da forma al cristalino– como las células madre epiteliales endógenas del cristalino. Es decir, se evita la cirugía tradicional con la que se extirpa la totalidad del cristalino y, por tanto, las células madre. No en vano, estas células madre epiteliales son completamente funcionales, por lo que son capaces de regenerar completamente el cristalino en un período muy corto de tiempo.
De hecho, los 12 niños sometidos al nuevo procedimiento mostraron unos cristalinos completamente regenerados y transparentes en tan solo tres meses. Por el contrario, los 25 niños en los que se empleó la cirugía convencional experimentaron mayores tasas de inflamación post-quirúrgica y de hipertensión ocular precoz, así como una mayor opacidad del cristalino.
Es más; los investigadores están evaluando si su nueva técnica también puede aplicarse en las cataratas asociadas a la edad, lo que posibilitaría que los mayores operados no tuvieran que llevar gafas para, por ejemplo, leer o conducir. Como concluye Kang Zhang, «creemos que nuestro enfoque cambiará el paradigma de la cirugía de las cataratas y ofrecerá a los pacientes una alternativa terapéutica más eficaz y segura en el futuro».
Las cataratas constituyen, junto al glaucoma y la degeneración ocular asociada a la edad (DMAE), la primera causa de ceguera en todo el mundo. Concretamente, las cataratas se producen por un aumento de la opacidad del cristalino, lo que dificulta el paso de la luz a la retina y, por tanto, la llegada de la información visual al cerebro. El resultado es una pérdida progresiva de la visión. Sin embargo, no todas las cataratas son una consecuencia del envejecimiento. También pueden presentarse en los niños: se trata de las denominadas cataratas congénitas o infantiles, ya presentes desde el nacimiento o en los primeros años de vida. Y según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.), estas cataratas infantiles, y quizás también las de los mayores, pueden ser curadas de manera efectiva por las células madre del propio organismo.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista Nature, muestra que el empleo de una técnica quirúrgica mínimamente invasiva posibilita la correcta regeneración del cristalino por las propias células madre del niño, evitándose así la necesidad de usar gafas correctoras.
Como explica Kang Zhang, director de la investigación, “el éxito observado en nuestro estudio representa un nuevo enfoque sobre cómo un nuevo tejido u órgano humano puede ser regenerado para, así, tratar una enfermedad, lo que puede tener un gran impacto sobre las terapias regenerativas por medio de la utilización de la capacidad regenerativa de nuestro propio organismo”.
Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon células madre endógenas, esto es, células madre ya presentes en la zona del organismo en la que se localiza el daño –en este caso, en el cristalino– y que, dado que no requieren ser cultivadas en el laboratorio y posteriormente trasplantadas, no se asocian a posibles infecciones o rechazos por el sistema inmune.
Como explica Kang Zhang, director del estudio, “uno de los objetivos finales de la investigación con células madre es activar la capacidad regenerativa de las células madre propias del individuo para la reparación de órganos y tejidos y el tratamiento de enfermedades”.
Así, los autores utilizaron células madre epiteliales del cristalino, células endógenas responsables de la regeneración de las células de la lente ocular a lo largo de la vida que, con el paso de los años, acaban perdiendo su capacidad funcional.
Y el uso de estas células madre endoteliales del cristalino, ¿es realmente eficaz para tratar las cataratas congénitas? Pues sí, tal y como lo han demostrado no solo los estudios con modelos animales, sino también el ensayo clínico llevado a cabo con 37 niños menores de dos años con cataratas infantiles.
¿También en los mayores?
El nuevo método diseñado por los investigadores se basa en una intervención quirúrgica mínimamente invasiva que permite al niño mantener tanto el cristaloide –la capa o membrana que rodea y da forma al cristalino– como las células madre epiteliales endógenas del cristalino. Es decir, se evita la cirugía tradicional con la que se extirpa la totalidad del cristalino y, por tanto, las células madre. No en vano, estas células madre epiteliales son completamente funcionales, por lo que son capaces de regenerar completamente el cristalino en un período muy corto de tiempo.
De hecho, los 12 niños sometidos al nuevo procedimiento mostraron unos cristalinos completamente regenerados y transparentes en tan solo tres meses. Por el contrario, los 25 niños en los que se empleó la cirugía convencional experimentaron mayores tasas de inflamación post-quirúrgica y de hipertensión ocular precoz, así como una mayor opacidad del cristalino.
Es más; los investigadores están evaluando si su nueva técnica también puede aplicarse en las cataratas asociadas a la edad, lo que posibilitaría que los mayores operados no tuvieran que llevar gafas para, por ejemplo, leer o conducir. Como concluye Kang Zhang, «creemos que nuestro enfoque cambiará el paradigma de la cirugía de las cataratas y ofrecerá a los pacientes una alternativa terapéutica más eficaz y segura en el futuro».