Lo que conocemos como “inteligencia” tiene diversas facetas, al extremo que, en realidad, pese a que todos utilizamos la palabra en múltiples contextos, no existe una definición que logre consenso universal.
Usualmente, sin embargo, tendemos a asociar inteligencia con capacidad intelectual para resolver situaciones de diferente índole y, sobre todo, la emparejamos con rendimiento académico, profesional o distintas habilidades para solucionar problemas novedosos apelando o no a la memoria.
Hace aproximadamente dos décadas y media se descubrió “otra” inteligencia, que no tiene que ver